Noticias Del Imperio(c.1) by Fernando Del Paso

Noticias Del Imperio(c.1) by Fernando Del Paso

Author:Fernando Del Paso
Language: es
Format: mobi
Tags: prose_history
Published: 2010-08-28T22:00:00+00:00


3. El Emperador en Miravalle

Desde las terrazas del Castillo de Chapultepec, se miraba entero el Valle de México, y sobre todo en un atardecer como aquél, tan claro, y de aire tan transparente. El Paseo de la Emperatriz llegaba, por el oriente, casi al pie de la colina donde se levantaba el castillo. Por el norte, la Calzada de la Verónica. Hacia el suroeste se veían los volcanes nevados. Al sur el Monte del Ajusco. En un día como ése, tan transparente alcanzaban a verse algunos pueblos cercanos a la capital. Al norte San Cristóbal Ecatepec, al oeste Los Remedios, Tacubaya. Al sur Mixcoac, y sus coloridos árboles frutales, San Ángel y Tlalpan. También los ríos, que parecían trepar por las montañas y las forestas llenas de los pinos de Weymouth que tanto le habían gustado a la Condesa de Kollonitz, y en cuyos troncos, decía en sus Memorias, se enredaban las begonias. Para ella, los cedros americanos que se daban en México eran más hermosos y ornamentales que los propios cedros del Líbano. Otros eran los árboles del Bosque de Chapultepec que, al pie del castillo, desbordaban su oscuro verdor hacia el poniente. Los lagos del valle brillaban: Chalco y Xochimilco, Xaltocan, Texcoco...

«... y así como no es posible, Comodoro, distinguir entre una jirafa y otra, o entre un asno y otro asno, yo no podía, se lo juro, parole d'honneur, distinguir entre un negro y otro negro: todos son iguales. Y ahora explíqueme usted... Alle länder gute Menschen tragen: cada pueblo tiene sus hombres buenos, sí, ¿pero dónde, Comodoro, dónde están los mexicanos? Debo reconocer, le dije en una carta a Luis Napoleón, que en México los hombres capaces son inexistentes... y también, la otra vez: que aquí sólo hay tres clases de hombres: los viejos, que son testarudos y carcomidos; los jóvenes que no saben nada; los extranjeros, casi todos aventureros mediocres... con honrosísimas excepciones, claro... Allí tiene usted al General Sterling Price, Gobernador del Missouri, que vive en una tienda de campaña bajo los naranjos, a la orilla del ferrocarril de Veracruz, y que jura va a crecer en sus tierras mejor tabaco que el cubano. Y tenemos al General Brigadier Danville Leadbetter, de Maine, que tanta ayuda está dando para construir el railway... hombres preparados, Comodoro, graduados de West Point... ah, y para fundar Ciudad Carlota, que un día será más grande que Richmond...»

«Y que New Orleans, Sire...»

«Y que la Nueva Orleáns, Comodoro, vino también Fighting Shelby, con su brigada de hierro... ¿O cómo le llaman? Su Iron Cavalry Brigade... Le he pedido a Shelby que me escriba en verso sus informes. ¿Sabía usted que así lo usaba con sus reportes al cuartel confederado?»

«Sí, Su Majestad...»

«Y, of course, está usted también, tan ilustre oceanógrafo mundial...»

El Emperador le pasó sus prismáticos al oceanógrafo y meteorólogo Matthew Fontaine Maury, y señaló hacia el norte.

«Vea usted. No, no: un poco más a la izquierda. Just a little... ¿Lo ve? ¿Ve usted el santuario de Notre Dame de Guadalupe? Siempre me ha parecido un poco moscovita.



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